miércoles, 17 de agosto de 2011

Arena, Agua y Cielo

Varios kilómetros en canoa a través del agua del embalse de Yacyreta nos permitieron llegar a las dunas de San Cosme y Damián, ubicadas en Ayolas, departamento de Misiones, Paraguay.





No tengo palabras para describir lo grandioso que se levantaba ante mis ojos: Cielo celeste con blancas nubes dispersas, agua sin fin, suelo cubierto de fina arena..

Las dunas de San Cosme son de esos lugares espléndidos en los que uno no sabe hacia donde mirar: cada lado tiene una belleza extraordinaria, pequeña muestra de la maravillosa obra de Dios.



Llegamos. Hermoso día soleado era el que nos esperaba en ese lugar. Nosotros mirábamos con la boca abierta todo lo que había a nuestro alrededor. El agua era cristalina: nos habían dicho que era una de las más limpias que podíamos encontrar. 



Rápidamente entramos al agua, aprovechando la calurosa tarde que teníamos por delante.

Sin embargo y contra todo pronóstico, de repente el cielo se oscureció. Un fuerte viento empezó a soplar, arrojándonos arenilla al rostro. Finas gotas de agua cayeron, convirtiendo la suave arenilla en barro. No había lugar donde refugiarnos. No teníamos más que hacer además de reír y mirar impotentes a nuestro derredor..

Ahora que lo pienso fue maravilloso, quién lo iba a esperar? Planeamos una tarde como la que pasaría cualquier persona en las dunas: agua y arena, nosotros la condimentamos con viento y lluvia. Sencillamente imposible de olvidar. 



El problema fue el regreso: el agua del embalse estaba furiosa ante el ataque del viento, y el cielo había perdido el color que le había caracterizado horas antes. Nada podíamos hacer, salvo volver lo antes posible, porque perder más tiempo era peligroso. Y así subimos a las canoas, llenos de barro. A medida que avanzábamos sentíamos con más fuerza el furor del agua. Lastimosamente no tengo fotos de ese momento, ya que mi cámara se había quedado sin batería. A pesar de todo, gracias a Dios llegamos bien a la costa, embarrados, pero con la alegría de haber pasado un momento inolvidable.



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