miércoles, 24 de agosto de 2011

Aquella Bella Gente

Una de las cosas más lindas de viajar, y de recorrer lugares, es conocer a la gente. Cada sitio tiene su propia característica, y esto se demuestra en sus habitantes.

En Sapucai conocimos a una pareja de ancianos, típicos pobladores, que relataban las historias de allí como si todo hubiera ocurrido solo semanas atrás. Desde que llegamos a su hogar nos ofrecieron todo lo que podían: que si nos faltaba carbón para prender una fogata, que si no necesitábamos un brasero (elemento que se utiliza muchas veces en el campo en lugar de la cocina), que si teníamos suficientes colchas.. Es más, cuando estábamos preparando la cena, la mujer fue junto a nosotros para llevarnos un vaso de leche, "por si nos faltaba".



Estas personas de Sapucai no solo tienen la amabilidad a flor de piel, sino que aman conversar y contar sus anécdotas y aquellas cosas que ocurrieron tiempos atrás, siempre por ahí, por Sapucai.

Un poco después de la cena fueron de vuelta junto a nosotros, con ganas de hablar. Fue entonces que supe que uno de los problemas de la "extinción" del tren fue que, cuando los ingleses lo vendieron a los paraguayos, llevaron con ellos su "hora inglesa", y la locomotora empezó a perder su puntualidad. Fue tanto así que el "tren de las 9", salía recién a las 10, con una hora de retraso. También me enteré que los sapuqueños durante mucho tiempo vivieron en torno al ferrocarril, por eso es que les costó tanto recuperarse de su pérdida, y que recién ahora, con la llegada de una ruta hasta el lugar, ellos se empezaban a levantar, buscando otras fuentes importantes de ingreso, como la agricultura.

En otro momento nos hablaron de la gente. Increíblemente conocían a la mayoría de las familias por nombre y apellido: que los Parra, los Vera.. "Si! Él vivía a la vuelta del almacén, y de ellos me acuerdo, estaban al frente de la estación..".. Eran como libros abiertos a la espera de que alguien los leyera.

Fue maravilloso compartir con ellos, llenaron de nuevo conocimiento nuestras mentes y avivaron más que nunca el fuego de nuestro amor por Sapucai, y sobretodo por su gente.

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